PITAHAYA



El campo está lleno de flores blancas en forma de campanas. Cada una tiene entre 10 y 25 centímetros de diámetro. Nacen en los tallos de los cactus. Cuando son pequeñas parecen botones. Pero en cinco meses se convierten en vistosas frutas conocidas con el nombre de pitahaya. Son amarillas y con protuberancias en toda la cáscara de la fruta.

En las pencas se pueden distinguir las flores marchitas dando paso al nacimiento del fruto, que es de color amarillo intenso. Tiene espinas oscuras. Por ello, la primera actividad que realizan los trabajadores, en tiempo de cosecha, es recolectar una planta que se conoce como escobilla. Sus ramas están entrelazadas hasta la mitad y en la punta se sueltan como emulando a las cerdas de una escoba. Esta ‘escobilla’ es utilizada para quitar las espinas al fruto. “Antes utilizábamos cepillos pero las espinas no salían totalmente.

Decidimos probar con la planta y nos dio resultado, aseguró Roldán. Una vez que se termina el proceso de cepillado se debe cortar la fruta del tallo con una tijera especial para agricultura. Y se depositan en un canasto para llevarlas al centro de lavado con agua. En el sitio hay una piscina de cemento, de aproximadamente seis metros de ancho por ocho de largo, que tiene un sistema de chorros a presión. En la parte superior se encuentran unos orificios por donde se filtran las espinas y demás desperdicios de la fruta. Este proceso de lavado dura 30 minutos.

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